Frank Duff debe ser conocido como
uno de los católicos más grandes de este siglo. Su grandeza está confirmada por
el hecho de que la Legión de María, organización seglar que él fundara, se
halla hoy funcionando activamente en la mayoría de las diócesis del mundo. Los
legionarios han mostrado fe, coraje y perseverancia al acometer los trabajos
apostólicos mas comprometidos, algunas veces en medio de considerables
hostilidades. Se inspiran en el ejemplo de su fundador y reflejan su espíritu
en su devoción a Jesús y María, y en su amor a la Iglesia. (Dermot Ryan,
Arzobispo de Dublín).
El
7 de noviembre celebramos el 34 aniversario de la muerte de Frank Duff, hombre
sencillo y humilde que buscó la santificación personal y de todos los hombres,
mediante el apostolado con y por María.
Pasó
su vida en oración y acción. Cada Día participaba en la Eucaristía, rezaba el
oficio divino y las oraciones legionarias. La Eucaristía constituía para él, el
centro de su vida apostólica y tenía como ideal conducir las almas a Ella.
A
pesar de sus múltiples ocupaciones pasaba diariamente al menos media hora ante
el Santísimo. Insistía en la vida de oración tan necesaria para la acción
apostólica.
Su
espíritu de pobreza era delicado y perceptible, pero discreto. Es un legado que
ha dejado a la Legión de María aunque nunca dio muestras de mezquindad. Se ha
dicho de Frank Duff que fue el mayor líder seglar del siglo. Aunque en vida
recibió grandes demostraciones de reconocimiento a su labor eclesial, como
todos los grandes hombres, Frank era humilde y huía de la publicidad. Una
muestra de su humildad fue que el primer acta de la reunión de la Legión de
María el 7 de septiembre de 1921 en la lista de asistentes aparecía su nombre
en primer lugar pero tachado y al final se puso “ y el Sr. Frank Duff también
asistió”.
Frank
Duff fue invitado por el Beato Pablo VI como observador laico a asistir al
Concilio como auditor. El Manual de la Legión de María fue utilizado como libro
de consulta para preparar los decretos conciliares.
El
cardenal O’Fiaich dijo: “Podría decirse que en el sentido espiritual era un
radical, un revolucionario, porque proponía a los seglares católicos un
Apostolado que no se llevaba entonces en la Iglesia. Supo enseñar a los
católicos normales, corrientes, a hacer grandes cosas por Dios”.
“Este
hombre sencillo de Dublín, ha sido una de las personas que ha contribuido
mayormente a la iglesia Católica en este siglo”.
“Tenía
una confianza ciega en Dios y se dedicó por entero a la Santísima Virgen, consumiéndole
el celo ardiente de ayudar a todos sus hermanos en el camino hacia el cielo.
“No esperaba a que los milagros se obraran por si solos, él salía a su
encuentro haciendo que se produjeran”.
Frank
Duff todavía vive entre nosotros en sus deseos, en sus enseñanzas y en sus
escritos. Dejándonos unos puntos para la espiritualidad cristiana: Su profunda
convicción del poder de la oración. El ideal del apostolado legionario está
basado en el principio de que el hombre es la obra maestra de Dios; de ahí la
importancia de que toda actividad legionaria debe tener su base en el contacto
personal, individual, de persona a persona. Después de las virtudes teologales,
la virtud legionaria es el valor de ánimo: no perder el ánimo por las cruces,
dificultades y adversidades. Para el legionario no hay fracasos, son éxitos
retardados.
El
secreto de su influencia fue la santidad de vida, a la que todo legionario debe
llegar, y la que la Iglesia nos reclama para ser los reformadores más
auténticos y más fructíferos del mundo de hoy. También debemos pedirle su
intercesión en tareas difíciles, como es ahora el atraer a los jóvenes.
Toda
la documentación para el proceso de beatificación está presentada en la
Congregación para los Santos en Roma, ahora queda que los legionarios
alcancemos esos milagros para llegar a los altares y ser modelo para muchos
cristianos de nuestro mundo.
Editorial Boletín de Senatus de
Madrid
Noviembre 2014
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